viernes, 24 de agosto de 2012

Twenty-Fourth.

Cuatro meses, se dice rápido, ¿verdad? Ya han pasado cuatro meses desde aquella rara tarde de abril, con persecución incluida. Y en estos cuatro meses han pasado muchas, muchísimas cosas. Buenas, y no tan buenas, pero nunca malas. No, malas no ha habido ninguna.



Pero las cosas realmente importantes son las buenas, las que te hacen sonreír cuando las recuerdas. Y es que de estas ha habido un montón, demasiadas, diría yo. Porque el tiempo pasa muy rápido cuando te lo pasas bien y eres feliz. Porque ha habido cientos de tardes y noches que se me han pasado volando por tu culpa, por tus tonterías que me hacen reír.
Gracias. Y digo gracias porque no puedo decir otra cosa. Gracias por estos meses tan asdfghjkl. Gracias por haber estado siempre ahí desde que nos conocimos. Gracias por ser como mi mejor amigo. Gracias por ayudarme a levantarme cada vez que me caigo, por hacerme sonreír después de tropezar y rozar el suelo. ‘Gracias, por ser así, como tú eres’. Pero sobretodo, lo más importante de todo, gracias por sonreír, por no rendirte, por perseguir tus sueños.

Y después de darte las gracias casi diez veces, después de haber escrito todas estas cosas tan asquerosamente cursis, te voy a pedir una cosa: no cambies. Por favor, no lo hagas nunca. Pero nunca, nunca. Porque como lo hagas, te prometo que te mandaré a tomar Orangina y…. nah, que va, si lo haces te lo diré, te daré una hostia, y me iré contigo a Francia a por la Orangina para beberla juntos. Porque yo no quiero cambiar, y espero que tú tampoco lo hagas.

Lo último que (te quiero) decir es qu¡MIRA! ¡UN LAND ROVER!

No hay comentarios:

Publicar un comentario